Las escaleras suben, o bajan, son absolutamente ambiguas, a veces enfurecen: como la vida. Los tramos de colores, los sueños, las escaleras. Las escaleras suenan con los tacones que se golpean y resuenan, y luego, muere el ruido intermitente, y quedan allí. La vida sube, baja, y esta allí, hasta que se acaba, se finiquita y dice adiós.
Desde el 2006 abrí este blog. Lo he dejado y he vuelto, es como un familiar querido, existía antes de mis hijos. Escribiré reseñas de libros aquí porque con el tiempo me he dado cuenta del poder sanatorio y pacificador de los libros en mi vida. Si puedo ayudar a otros a recomendar lecturas, podré decir que algo ha valido la pena del esfuerzo de escribir y colgar cosas.