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Mostrando las entradas de febrero, 2013

Lista de fracasos cotidianos

Hoy parecía que me levantaba con el pie que no es. Ayer fue un día cansado y dormí mal. Las noches últimamente para mí son un trecho sin mucho significado que trata de ser descanso y se interrumpe frecuentemente por mis ganas de ir al baño. No sé qué me pasó, desde que estuve embarazada voy al baño una, dos y hasta tres veces por noche. Antes era la sensación de descontrol al tener a un recién nacido muy cerca de mí, la conciencia de ser una nueva madre, de que estuviese respirando, que el vientre se moviera. Luego los llantos, los berrinches exigiendo compañía, y ahora, que duerme plácidamente, yo sigo yendo al baño, sin saber mucho porqué, perseverando en la dolorosa costumbre del descanso interrumpido. Así todos los días y mi cabeza se merma, lo percibo. He dejado de recordar incluso nombres de personas que recién conozco (antes era infalible con esto); caras, novelas que leí, palabras en alemán a las cuales les dediqué un espacio precioso de mi tiempo en aprenderlas. Como vienen se

La mirada de las palabras

Pensando en las cosas chiquiticas, en los seres pequeños, las mujeres menudas con piernas delgadas, hijares puntiagudos. Supongo que lo más menudo en realidad es lo que pretende ser grande. Los mares sí son ininteligibles, por su inmensidad. Ellos sí. Pero se hacen los chiquitos con sus lenguetazos perennes. Las cosas chiquitas son para mí una palabra nueva aprendida en alemán. Es una cosita, claro, entre la inmensidad del lenguaje, entre las infinitas formas que permiten los elásticos materiales del tiempo del habla. Las cosas chiquitas, para los pobres, siguen siendo chiquitas, jamás van a ser grandes, aunque con ahínco junten un centavo, y otro, y otro. Es así para mí y la mirada que anhela poseer esa inmensidad, que es como los cinco océanos juntos, que está llena de palabras compuestas, que empiezan por SCH, nunca reparé, nunca, antes de venir a esta tierra sombría.