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Mostrando las entradas de febrero, 2009

Desde la distancia...

Ya no quiero ser lo que creí quería. Pienso en el aspecto siniestro de los académicos, de los profesores universitarios. Todos pasado el tiempo son recubiertos por un polvillo gris o amarillento, que es imperceptible a sus propios ojos. Me gustaba más leer literatura sin pensar en lo que la obra implicaba. En la filosofía de su construcción y su forma, no quería entenderla, solo sentirla. Sin embargo, muchas veces nos convertimos en lo que somos porque al elegir, no sabíamos en realidad los bemoles, las callejuelas, los recovecos que en realidad componían aquella cosa objeto de nuestro deseo. O tal vez sí, con el tiempo, desde la distancia, todo se ve más glamoroso e ilustre. Tal vez sólo quería aquello que se miraba a través del espejo del tiempo. Cuando nos vamos poniendo viejos nos volvemos más ciegos, empezamos a ver todo desde la distancia, la subjetiva distancia.

Un fragmento

“los hombres---pensé—cambian tan poco, siguen siendo tan ellos mismos, que sólo existe una historia de amor desde el principio de los tiempos, repetido al infinito sin perder su terrible sencillez, su irremediable desventura” Álvaro Mutis , La última escala del Tramp Streamer

La carta

Podría escribir un tratado de lo que pienso mientras la maldita raya vertical titila. El abismo de aparecer / desaparecer hace que mis pensamientos hayan de significar para mí un constante reto. Hay múltiples o tal vez más que múltiples infinitas opciones de comienzo. Me desespero con la intermitencia, que crece a medida que pasa cada segundo; un segundo que aumenta aún más mi sensación de infertilidad. Mis extremidades inferiores, suspendidas y tensas en mis sienes, se congelan y se duermen con el pasar del tiempo. La línea vertical negra, de aproximadamente 2 cm, sigue allí. Hay un reloj en mi interior que clama, pide y ruega porque yo me reproduzca, porque yo diga quién soy a través de las palabras. La sequedad, la sensación de torpeza que va extendiéndose por mi cuerpo; en eso me convierto. *** Han pasado dos horas, continúo enfrente a la portátil. Tengo que entregar un artefacto hecho de palabras, sin embargo, escucho una canción de moda por la radio, una canción que apesta, que