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Mostrando las entradas de mayo, 2012

Podría decirse

tengo ya dos meses en el curso de integración de alemán y la verdad no he tenido tiempo casi ni de respirar. El niño, mi hijo Nicolás, se enfermó de un virus made in guardería y estuve 15 días cuidándolo, hasta que caí yo enferma y ya aquello fue el caos y la falta de manos y brazos y la voluntad para darle la comida y esas cosas cotidianas, que parecen fáciles porque uno cree que están allí por antonomasia, pero no, no están allí, las tiene uno que fabricar y emplear tiempo y aburrimiento en ellas. Mi vida realmente es prácticamente una luz muy débil que titila y hace tic, tic, tic, de vez en cuando. Retirada de la vida pública, sin llamar a los amigos, sin hacer nuevos amigos tampoco, porque no sé, me siento cansada para mantener conversaciones en alemán, que la mayoría de las veces solo están basadas en el muchas veces forsozo papel de ser simpático. No estoy mal así, pero sé que lo que pasa es que no he tenido en estos momentos de mi vida un problema muy grave. Pero es que me sie