Ir al contenido principal

Objetos perdidos


El año pasado me encontré en una calle del centro de Valencia (España) 5 euros. Mi felicidad fue infinita. Si los hubiera ganado con mi trabajo, si me los hubiesen dado en la mano, si me los hubiese regalado un amigo, familiar o mi novio, no me hubiera sentido tan bien; en realidad, lo que me hizo feliz fue la afortunada cocincidencia de que mi caminar y mirar por un determinado sitio me hubiera dado aquel maravilloso regalo fruto de la fortuna.

Pensé, poco después de manosear con cariño el billete que en realidad solo era de cinco euros, que tal vez yo le estaba usurpando un café, una copa, un pan, o un pedazo de carne a alguien. Entonces, me sentí culpable. No sé porqué en ese momento aquél sentimiento de felicidad se transformó en culpa y luego en curiosidad. Aquella persona olvidadiza y despistada estaba dejando en mi su recuerdo anónimo para siempre. Guardé el billete en un libro jurando no gastarlo nunca, lo tengo de amuleto, a veces funciona frotarlo y soplarle un poquito, es infalible, lo juro.

Comentarios

No podrías —cuando pasees por el fin de los tiempos— hacer como si se te cayese para que otra criaturita —yo podría servir perfectamente de ejemplo— pudiese disfrutar de ese billete maravilloso.
Un saludo
Dante Bertini dijo…
eso se llama sacarle un buen partido a cinco euros!
Diana H. dijo…
Hola Tarántula. Gracias por tu visita.
Tu historia de la mujer y el perro me ha dejado con la piel de gallina literalmente . Llegó un punto en que me resistí a seguir leyendo por miedo, y tuve razón. Por suerte seguí llevada por la esperanza de una sonrisa final que allí estuvo.
Me gusta la fluidez de tu escritura.
Un beso.
Un beso.
Amylois dijo…
Wuauuuuuuu, te creeras que me has puesto los pelos de punta???

Pensaré en esto cada vez que me encuentre dinero por azar.

que lindo.
Hija guardalos bien, con el tiempo se pueden multiplicar y los repartes con muchos necesitados.

He estado curioseando en este blog
lo que escribes en ameno e interesante.

Gracias, abrazos.

Leonor
MBI dijo…
?????
De verás
cuando vuelva a Valencia
dejaré...atravesar
tu recuerdo en el primer billete de 5 euros que gaste allí.
Belén dijo…
Yo perdí la tarjeta del bus con 30 euros en viajes... creo que el que se lo encontró no ha tenido tanta deferencias hacia mi recuerdo..:(

Besicos
Leonardo Melero dijo…
¡Es así mi bella Tarántula!
Belén: Lo crees?
pepe pereza dijo…
me gusta el giro romántico que le das a tu relato.
besazo
Winnie dijo…
Pues yo una vez me encontré un billete de mil pesetas y fui ¡muy feliz!...¿remordimiento? ninguno...besos y feliz jueves
Anónimo dijo…
Invitame a un café con esos 5 euros! A ver si así compartes tu suerte ;-)
Graci
Qué bien escribes, amiga! Hermoso. Y yo también tengo billetes como amuleto, te lo juro.

Entradas más populares de este blog

Normal

Me he estado preguntando últimamente qué es realmente ser normal. La campana de Gauss no pudo explicarme. Si yo soy normal (esto es un ejemplo) no puedo ser pureza normal porque ser pureza normal es estar metida en la barriga de la campana en todas las variables posibles que pueden definirme, entonces dudo que yo sea normal (esto es parte del mismo ejemplo). La normalidad, según mi humilde criterio, va de la mano del aburrimiento y el aburrimiento es lo más gris, uniforme y castigador que hay. Prefiero entonces no ser normal absolutamente; sin embargo, si tuviera que esperar a alguien que me haga compañía preferiría que lo fuera. La normalidad es predictiva, y en el fondo, aunque nos cueste aceptarlo, a nosotros, sí, también a mí (y aquí soy normal) no nos gusta sobresaltarnos con cosas anormales. Las cosas anormales causan incertidumbre y la incertidumbre continuada es una desdicha (al menos para la gente normal en este tema). Lo anormal tiene algo de divertido, desastroso y siniest

Mi crítica : "El guardián invisible" de Dolores Redondo

  No sé por dónde empezar; este libro ha sido la absoluta decepción del año junto con "Persona Normal" de Benito Taibo. Mi malestar empezó con los diálogos... Llegado un momento de la trama uno de los inspectores que hacen el séquito a la inspectora Salazar se lanza con una exposición de cita de libro sobre las leyendas vascas y sus criaturas ancestrales. La exposición, ausente de cohesión con el ritmo anterior de los diálogos, se me antojó un corte y pega de Wikipedia difícilmente catalogable ; penoso para ser este un libro leído y celebrado por tanta gente. Lo voy a decir y lo siento por los fans acérrimos de Dolores Redondo: Los diálogos son acartonados, impostados, manidos, faltos de fuerza y vivacidad, en algunos momentos me parecen absolutamente naivs propios de una parodia de lo que debe ser un libro policíaco, con búsqueda de asesino incluido. Pongo un ejemplo, por favor, para continuar con mi indignación; llegado el momento la inspectora sale a buscar a unos doctores

"El misterio de Salem's Lot"

  Amo los libros de terror, no los leo en la noche con la puerta entreabierta, con todo en silencio, me imagino que viene un ser horrible con ojos de muerto y se para en silencio en la puerta y yo me paralizo y no puedo ni gritar ni hablar del miedo, pero es lo que busco, qué le vamos a hacer. Este libro tiene como protagonista a Ben Mears, un escritor en sus 30 que por circunstancias de la vida había pasado una temporada en Jerusalem´s Lot cuando era niño. El caso es que Ben vuelve al pueblo tras una tragedia personal para escribir y recordar las experiencias de ese intenso verano en el que vivió un encuentro sobrenatural en la casa de los Marsten. Aquella casa abandonada había pertenecido a la familia Marsten, una pareja fallecida en espeluznantes circunstancias. Después de aquello, la casa fue ganando la fama de maldita y los niños hacían apuestas de valor a ver quién se atrevía a entrar y superar las posibles apariciones fantasmales que se encontraban dentro.  Ben de niño  lo hizo