Ir al contenido principal

Otra vez Deutschland

Estoy con Detuschland como cuando se tiene un nuevo novio, en un estado de extañamiento con el país, viéndole las cosas nuevas, que en realidad eran viejas, descubriendo  lugares y detalles que antes no conocía. Aquí en Karlsruhe, que es la ciudad donde yo vivo, solo hay 300.000 habitantes, parece pequeña y en realidad lo es, aunque comparada con los pueblachos que abundan en Deutschland, es una metrópoli. El aburrimiento que transmite esta ciudad es mayúsculo, pero eso depende de lo que cada quien espere de una ciudad.Yo diría que una de las palabras que puede definir a Karlsruhe es quietud. Aquí todo sucede como se supone que deben suceder siempre las cosas, y los días, en realidad, por lo menos para mí, se encadenan en una suerte de cotidiana normalidad, que, repito, para mi se transforma en una cotidiana alegría. Me gusta, en este momento de mi vida, lo esperable.

Los domingos tendrías que meterte en la casa de los alemanes para poder verlos porque  cuando sales a la calle solo encuentras tres que van o vienen de una casa a otra. Todo es desierto, y eso muchas veces solo transmite una sensación de que la cotidianidad en realidad es demasiada, porque la excesiva rutina es tristeza de ver a la vejez venir, sin que nada cambie.

Pero, cómo volverlo a decir sin cansarle a usted. Me gusta el verde de los parques, y el clima  nublado hasta en los días de julio, y es que a mí me gustan estos sitios porque también, cómo no, te dan la oportunidad de tener siempre el derecho de ser meláncolico, y yo soy meláncolica por naturaleza, una romántica que aunque no sepa cuándo sabrá alemán, disfruta esta cotidianidad de silencio, quietud y rutina, porque creo que termina teniendo algo que nunca había experimientado, el tener la ilusoria y momtánea sensación de seguridad.

Comentarios

Susana dijo…
Qué esperabas de un lugar que se llama Karlsruhe.:) Me alegro de que te vayas acostumbrando. Un beso.
Myriam dijo…
Al leerte, Tarantulita, me recordaste mis vistas a Suiza. Algo más o menos así, bucólico, silencioso, rutinario, etc. Nada que ver con ciudades como Paris, Madrid, Londres, Estocolmo, que bullen de vida, variedad, ruido, acción.

Lo del sprechen zi Deutch, ya vendrá, ta vendrá, cuando menos te des cuenta, eso, si sigues estudiando, claro.

Un beso
muchísimas gracias por los consejos y es cierto este lugar se llama el descanso de Karl, creo que la situación ideal para cada persona es tener una ciudad acorde con su etapa del desarrollo, en este momento creo que Kalrsruhe me gusta, no sé si hubiese sido la correcta cuando tenía 20 años, pero bueno, ha sido una suerte encontrarla en el momento indicado.
Dylan Forrester dijo…
Ha de ser un lugar muy bello, bien por ti.

Saludos ;)
TORO SALVAJE dijo…
Seguro que mi melancolía resucitaría espléndida ahí.
Cualquier día le doy una alegría.

Besos.

Entradas más populares de este blog

Normal

Me he estado preguntando últimamente qué es realmente ser normal. La campana de Gauss no pudo explicarme. Si yo soy normal (esto es un ejemplo) no puedo ser pureza normal porque ser pureza normal es estar metida en la barriga de la campana en todas las variables posibles que pueden definirme, entonces dudo que yo sea normal (esto es parte del mismo ejemplo). La normalidad, según mi humilde criterio, va de la mano del aburrimiento y el aburrimiento es lo más gris, uniforme y castigador que hay. Prefiero entonces no ser normal absolutamente; sin embargo, si tuviera que esperar a alguien que me haga compañía preferiría que lo fuera. La normalidad es predictiva, y en el fondo, aunque nos cueste aceptarlo, a nosotros, sí, también a mí (y aquí soy normal) no nos gusta sobresaltarnos con cosas anormales. Las cosas anormales causan incertidumbre y la incertidumbre continuada es una desdicha (al menos para la gente normal en este tema). Lo anormal tiene algo de divertido, desastroso y siniest

Mi crítica : "El guardián invisible" de Dolores Redondo

  No sé por dónde empezar; este libro ha sido la absoluta decepción del año junto con "Persona Normal" de Benito Taibo. Mi malestar empezó con los diálogos... Llegado un momento de la trama uno de los inspectores que hacen el séquito a la inspectora Salazar se lanza con una exposición de cita de libro sobre las leyendas vascas y sus criaturas ancestrales. La exposición, ausente de cohesión con el ritmo anterior de los diálogos, se me antojó un corte y pega de Wikipedia difícilmente catalogable ; penoso para ser este un libro leído y celebrado por tanta gente. Lo voy a decir y lo siento por los fans acérrimos de Dolores Redondo: Los diálogos son acartonados, impostados, manidos, faltos de fuerza y vivacidad, en algunos momentos me parecen absolutamente naivs propios de una parodia de lo que debe ser un libro policíaco, con búsqueda de asesino incluido. Pongo un ejemplo, por favor, para continuar con mi indignación; llegado el momento la inspectora sale a buscar a unos doctores

"El misterio de Salem's Lot"

  Amo los libros de terror, no los leo en la noche con la puerta entreabierta, con todo en silencio, me imagino que viene un ser horrible con ojos de muerto y se para en silencio en la puerta y yo me paralizo y no puedo ni gritar ni hablar del miedo, pero es lo que busco, qué le vamos a hacer. Este libro tiene como protagonista a Ben Mears, un escritor en sus 30 que por circunstancias de la vida había pasado una temporada en Jerusalem´s Lot cuando era niño. El caso es que Ben vuelve al pueblo tras una tragedia personal para escribir y recordar las experiencias de ese intenso verano en el que vivió un encuentro sobrenatural en la casa de los Marsten. Aquella casa abandonada había pertenecido a la familia Marsten, una pareja fallecida en espeluznantes circunstancias. Después de aquello, la casa fue ganando la fama de maldita y los niños hacían apuestas de valor a ver quién se atrevía a entrar y superar las posibles apariciones fantasmales que se encontraban dentro.  Ben de niño  lo hizo