Mi ausencia está más que justificada: he tenido que recorrer calles, avenidas, anuncios clasificados; llamar a voces descoloridas, estridentes, cautelosas; hurgar, escudriñar, dudar, pensar más allá. He tenido que buscar un apartamento en alquiler, qué tarea tan difícil en un país como este y creo que en muchos otros. De todas maneras y como mi condición de arrimada (persona que vive con todos sus peroles empaquetados como una hallaca en un rincón de lo más chiquito para no molestar) lo ameritaba tuve que buscar con empeño, dedicación y luego desesperación un apartamento sitio y barato ¡Qué calamidad!
La búsqueda fue al principio infructuosa pero también representó en mi haber de historias una verdadera aventura; me vi en un taxi paseando por calles desconocidas, marginales, donde miles de seres hambrientos hacían colas enormes para comprar un poco de leche, carne, pollo, azúcar o lo que sea que no exista en los anaqueles de un super mercado. Me tocó ver sitios nunca explorados de Maturín, mirar gente distinta, ver por primera vez calles pobladas de casas antiguas con mesita de centro y pañito de ganchillo. Me tocaron, en fin ,muchas cosas y mientras sucedía para mí esta búsqueda estaba también inmersa en un letargo de abstracción que me impedía acercarme siquiera a un libro. Por eso, cuando apenas me faltan 3 páginas para terminar El cuarteto de Alejandría sigo llevando el libro a todas partes, como si en cualquier momento, presa de un sortilegio, decida finalmente leer estas últimas 3 páginas terminando al fin los 4 volúmenes de lo que a mi parecer debe ser la obra maestra de Lawrence Durrell. Y aunque no pienso dejar estas tres hojas sin leer, dejo el momento del sabor más dulce, del punto álgido, del clímax del placer de la vida, para un precioso momento, un momento sin preocupaciones, en donde al lado de unas llaves de colores esté tumbada en mi nuevo sitio.
Y ahora, luego de una extenuante mudanza, sin prácticamente ningún objeto, disfruto de la calma y la tranquilidad que me da el haber encontrado ( a costa de mi bancarrota, pero no importa) un lugar donde vivir.
Así que después de esta charla me despido, no sin antes prometer disfrutar de un momento preñado de sabores divinos; un momento que me brindará la lectura de las últimas tres páginas de Clea, el último libro de El cuarteto de Alejandría.
La búsqueda fue al principio infructuosa pero también representó en mi haber de historias una verdadera aventura; me vi en un taxi paseando por calles desconocidas, marginales, donde miles de seres hambrientos hacían colas enormes para comprar un poco de leche, carne, pollo, azúcar o lo que sea que no exista en los anaqueles de un super mercado. Me tocó ver sitios nunca explorados de Maturín, mirar gente distinta, ver por primera vez calles pobladas de casas antiguas con mesita de centro y pañito de ganchillo. Me tocaron, en fin ,muchas cosas y mientras sucedía para mí esta búsqueda estaba también inmersa en un letargo de abstracción que me impedía acercarme siquiera a un libro. Por eso, cuando apenas me faltan 3 páginas para terminar El cuarteto de Alejandría sigo llevando el libro a todas partes, como si en cualquier momento, presa de un sortilegio, decida finalmente leer estas últimas 3 páginas terminando al fin los 4 volúmenes de lo que a mi parecer debe ser la obra maestra de Lawrence Durrell. Y aunque no pienso dejar estas tres hojas sin leer, dejo el momento del sabor más dulce, del punto álgido, del clímax del placer de la vida, para un precioso momento, un momento sin preocupaciones, en donde al lado de unas llaves de colores esté tumbada en mi nuevo sitio.
Y ahora, luego de una extenuante mudanza, sin prácticamente ningún objeto, disfruto de la calma y la tranquilidad que me da el haber encontrado ( a costa de mi bancarrota, pero no importa) un lugar donde vivir.
Así que después de esta charla me despido, no sin antes prometer disfrutar de un momento preñado de sabores divinos; un momento que me brindará la lectura de las últimas tres páginas de Clea, el último libro de El cuarteto de Alejandría.
Comentarios
Un saludo.
no me dejaste meter bocado
bueno
saludos
felicidades y besos!
♥
Sí...
OA
Qué bueno lo de cambiar de sitio y volver a elegir.
un beso
musa
Ojalá encuentres paz.
:)
Suerte y felicitaciones.
Un saludo!!
salud
alucinantes las fotos de Atget
saludos y que disfrutes ambas experiencias!
así que sospecho que todavía quedará el cuarteto en suspenso.
un abrazo
E.
Disfruta.
Besos.
Reitero que tienes que venirte al norte argentino, Si te consigo empleo por estos lares, vente y armamos la sucursal tarantulesca de HUMAHUACA,
Aunque en el norte se me apareció una arañita pequeñita y salí rajando
Pero bueno, que se le va a hacer
Buena nueva vida!!