Por las alcantarillas se puede ver la ciudad subterránea. Observo al maloliente pez de color azul que me añora. Yo estaba antes en las alcantarillas. Me mecía en ellas, viajaba en una enorme embarcación que me transportaba en lo más adentro de los países obscuros, fangosos, pegostosos. La basura era mi reino y mi aventura, compartía el enorme júbilo con las cucarachas y me encantaba comer desperdicios. Yo no siempre fui de allí, antes y ahora, juego a ser un señorito decente a quien le gustan bastante las tardes de hojitas que caen y el canto de los pajaritos. Me encantaba el olor de las flores y el ambiente vegetal. Pero la basura es mejor: no hay que estarse bañando, aseando, preocupándose, no hay que decir buenos días pequeño tirano, aquí estoy pequeño tirano, que bueno que me vas a golpear pequeño tirano. Ahora, cuando me transportan por la calle, busco con anhelo a las cloacas, veo a la gente inconsciente, que huye enfadada de esa agua bendita para mí. El agua de las cloacas, que...
Desde el 2006 abrí este blog. Lo he dejado y he vuelto, es como un familiar querido, existía antes de mis hijos. Escribiré reseñas de libros aquí porque con el tiempo me he dado cuenta del poder sanatorio y pacificador de los libros en mi vida. Si puedo ayudar a otros a recomendar lecturas, podré decir que algo ha valido la pena del esfuerzo de escribir y colgar cosas.