Montada en el autobús de Rodovías, en mi viaje de Caracas –Cumaná, me atreví tímidamente a abrir la cortina de la ventana. En estos autobuses se prohíbe terminantemente abrir las cortinas, las razones que dan los que confeccionaron este reglamento son varias: En el día; el sol penetra directamente con la cortina abierta y termina haciendo un calor enorme a pesar de que el eficiente aire acondicionado (no se sabe cómo pero siempre están a -3) hace de las suyas. Si cualquier distraído pasajero osa entreabrir con las yemas de sus dedos un diminuto ángulo de la cortina, inmediatamente, un copiloto trajeado con un uniforme de aviador deslucido hace su aparición y regaña humillantemente al pasajero prohibiéndole que abra la ventana. De noche la cosa se pone intensa, la razón principal es una modalidad de delincuencia que consiste en el lanzamiento de una piedra de grandes magnitudes hacia una de las ventanas del autobús en marcha, con esto se busca que el accidente haga detener al autobús y...
Desde el 2006 abrí este blog. Lo he dejado y he vuelto, es como un familiar querido, existía antes de mis hijos. Escribiré reseñas de libros aquí porque con el tiempo me he dado cuenta del poder sanatorio y pacificador de los libros en mi vida. Si puedo ayudar a otros a recomendar lecturas, podré decir que algo ha valido la pena del esfuerzo de escribir y colgar cosas.