Tardé mucho en leer este libro.
Me gustan las historias de Cecelia Ahern porque, aunque en apariencia desarrolla historias de amor empalagosas, tiene párrafos que impregnan una caracterización veraz de las contradicciones del alma humana. Sus personajes protagonistas no son las típicas caricaturas de las novelas románticas, que terminan cayendo en un cliché aburrido.
Ahora bien esta historia desarrolla el profundo drama interno de una psicóloga que pierde a un paciente y de pronto la vida le ofrece el reto de salvar a toda costa a un hombre suicida, y aquí acabamos con un tema peliagudo, pocas veces tratado en las novelas románticas; el suicidio.
Las casualidades a veces nos llevan por caminos crueles de los que no nos percatamos hasta que estamos dentro, con mucho trecho caminado, sin posibilidad de devolvernos. Por eso Ahern plantea la inestabilidad psicológica sin perder de vista el amor que se va fraguando entre Adam, el apuesto y rico suicida, y Christine, nuestra protagonista. En esta historia Christine intenta salvar a Adam y le promete poner todo su empeño en ver la vida con una visión positiva.
En medio de esta carrera la autora da énfasis a lo incontrolable de los sentimientos y la imposibilidad de negarse a lo que se va produciendo poco a poco: mientras Christine le enseña a Adam a querer la vida, ella a su vez va descubriendo algo hasta entonces desconocido para ella; el verdadero amor.
Si nos podemos identificar con estos personajes es por el hecho de que ambos pierden cosas valiosas a lo largo de sus vidas, deben seguir y más allá de todo encuentran la esperanza (ya saben amigos, no todo está perdido). Este libro muestra cómo las nuevas relaciones pueden ser curativas, dejando espacio para recibir lo nuevo.
Hay subtramas que sinceramente se alejan de la atmósfera romántica y por momentos te preguntas si no se está alargando el libro más de lo normal.
Le he puesto tres estrellas porque realmente no me identifiqué con el personaje de Adam, lo vi lejano y malcriado por muchos momentos, podíamos saber qué hacía pero no que sentía, su declaración final me resultó vacía y manida, poco emocional. Se suponía que 350 páginas deben prepararte para algo realmente conmovedor y sin embargo solo sentí el propósito cinematográfico sin ahondar en lo que hace que los libros muchas veces sean muchos más ricos y profundos que las películas. Muchas subtramas no fueron suficientemente desarrolladas y me quedé con una sensación de poca uniformidad y concordancia.
Por otro lado creo que Cecelia Ahern tiene mejores novelas y esta no es la más destacable. También puede ser que estoy un poco rácana con los puntos, pero quién sabe.
De cualquier forma es una lectura ligera que pretende ser profunda y por momentos lo logra, pero muchas veces se queda en una mera secuencia de situaciones divertidas y dramáticas, que se alejan de la trama principal sin aportar algo realmente verdadero. CHao
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