A mi y creo que a todos nos fastidian los viajes largos, esos que se prolongan por horas y horas interminables. Esta semana he hecho un viaje largo, desde Cumaná hasta Caracas (donde dormí) pasando por Sao Paulo--- a cinco horas de distancia de Caracas en avión--- luego esperar allí 3 horas para montarme en otro avión que me llevaría ( con bastantes turbulencias) a Madrid. Mi miedo a los aviones antes era ínfimo, solía reírme de la gente mofándome de aquellas calenturas y mareos irraciones ante la posibilidad de abordar un medio de transporte que se considera muy seguro. Ahora, atacada por el terror, me monto en aquellas sillas en donde antes del despegue una aeromosa raquítica y vertiginosa me recita como una tabla de multiplicar lo que hay que hacer en caso de un desastre (póngase la mascarilla, agarre el salvavidas por si se cae el avión en el mar, como si fuera esto útil si el avión se cayera al mar). No sé de dónde viene el terror, si de los anteriores accidentes del año pasado ...
Desde el 2006 abrí este blog. Lo he dejado y he vuelto, es como un familiar querido, existía antes de mis hijos. Escribiré reseñas de libros aquí porque con el tiempo me he dado cuenta del poder sanatorio y pacificador de los libros en mi vida. Si puedo ayudar a otros a recomendar lecturas, podré decir que algo ha valido la pena del esfuerzo de escribir y colgar cosas.