En este momento pienso que esta página en blanco es el recipiente de mi novela, mi primera novela, la que no he escrito, la que no tengo ni idea de cómo puede empezar, la que añoro y a la que no soy capaz de encontrar por miedo, por resignación, por temor. Hay muchos indicios que deberían decirme que estoy lista, que este es el momento, sin embargo yo sigo sin atreverme, sin lanzarme, sin considerar que hay que empezar a pensar que es posible.
Así comencé yo mi blog, porque necesitaba que alguien me leyera, porque tal vez mi alma estaba hambrienta de mostrar lo interno a lo externo, yo tenía sed de diálogo, tenía sed de canto, tenía sed de comunicación. Había una especie de tapón que reverberaba tórridamente, porque tenía muchas presiones dentro de mí, en ese entonces se encontraban en mi adentro muchas necesidades que no se remitían a las cosas materiales. En verdad nunca he pensado en las cosas materiales como algo importante, siempre he considerado que son proyecciones absurdas de una escasez interior; cuando no hay nada interno que nos satisfaga, recurrimos a tratarnos de sentir plenos con las cosas materiales. Escribir era una necesidad de búsqueda de refugio. Necesitaba encontrar un hogar psicológico, llegar a conclusiones estables sobre las situaciones que me rodeaban, entonces escribí. Pero yo insisto, necesito una novela, ya no me satisface escribir sobre mis conclusiones internas que sí, me atormentan, pero creo que necesito ya canalizarlas en forma de arte.
Realmente quiero que todos sepan que yo no quiero escribir porque no puedo, realmente me gustaría comenzar una novela, he pensado en varios temas, uno de ellos es la soledad---ya sé que está trillado--- de la amistad desde el enmudecimiento del yo. Una soledad producida por el término del la plenitud amistosa. Se acaba entonces la amistad, o se desvanece, esfuma (esto en la mayoría de los casos), se pierden los vínculos porque nos esforzamos por tener una familia, por criar hijos que pueden ser instrumentales y nos pueden servir de algo, pero en la mayoría de los casos: si alguien va a tener un hijo con este fin que se olvide. Y bueno, ahí está la mujer cualquiera, corriente, casadota, con su maridote, teniendo hijos copiosamente, fornicando copiosamente, pariendo y pariendo, gritando, chasqueando, pintándose las uñas, produciendo en cada uno de sus instantes una vida vil, absurda, abúlica, una vida infeliz signada con la bendición divina de la sociedad y de la cultura.
Creo que cada mujer debería preguntarse si hay regreso para volver a ser ella misma, si hay un camino de retorno hacia lo que cada quien es en realidad, si la mecánica perversa de la producción de bienes y servicios sirve realmente para algo, para vivir, para consumir, para desechar. Lo más paradójico es que nos molestan los desechos. Nos estorban los desechos. Cuando nos incineran somos desecho, cuando nos aniquila nuestro cuerpo: morimos, somos desecho, y para disfrazarnos bonito la cosa nos meten en un pipote de caoba, o madera rudimentaria, un pipote con una cubierta de vidrio, y allí, todos, con los ojos cerrados cómo ángeles, somos desecho. Como desecho vamos a parar a un hueco de tres metros, subterráneo, y ahí mismo pernoctamos por el resto de los tiempos en forma de desecho.
Así comencé yo mi blog, porque necesitaba que alguien me leyera, porque tal vez mi alma estaba hambrienta de mostrar lo interno a lo externo, yo tenía sed de diálogo, tenía sed de canto, tenía sed de comunicación. Había una especie de tapón que reverberaba tórridamente, porque tenía muchas presiones dentro de mí, en ese entonces se encontraban en mi adentro muchas necesidades que no se remitían a las cosas materiales. En verdad nunca he pensado en las cosas materiales como algo importante, siempre he considerado que son proyecciones absurdas de una escasez interior; cuando no hay nada interno que nos satisfaga, recurrimos a tratarnos de sentir plenos con las cosas materiales. Escribir era una necesidad de búsqueda de refugio. Necesitaba encontrar un hogar psicológico, llegar a conclusiones estables sobre las situaciones que me rodeaban, entonces escribí. Pero yo insisto, necesito una novela, ya no me satisface escribir sobre mis conclusiones internas que sí, me atormentan, pero creo que necesito ya canalizarlas en forma de arte.
Realmente quiero que todos sepan que yo no quiero escribir porque no puedo, realmente me gustaría comenzar una novela, he pensado en varios temas, uno de ellos es la soledad---ya sé que está trillado--- de la amistad desde el enmudecimiento del yo. Una soledad producida por el término del la plenitud amistosa. Se acaba entonces la amistad, o se desvanece, esfuma (esto en la mayoría de los casos), se pierden los vínculos porque nos esforzamos por tener una familia, por criar hijos que pueden ser instrumentales y nos pueden servir de algo, pero en la mayoría de los casos: si alguien va a tener un hijo con este fin que se olvide. Y bueno, ahí está la mujer cualquiera, corriente, casadota, con su maridote, teniendo hijos copiosamente, fornicando copiosamente, pariendo y pariendo, gritando, chasqueando, pintándose las uñas, produciendo en cada uno de sus instantes una vida vil, absurda, abúlica, una vida infeliz signada con la bendición divina de la sociedad y de la cultura.
Creo que cada mujer debería preguntarse si hay regreso para volver a ser ella misma, si hay un camino de retorno hacia lo que cada quien es en realidad, si la mecánica perversa de la producción de bienes y servicios sirve realmente para algo, para vivir, para consumir, para desechar. Lo más paradójico es que nos molestan los desechos. Nos estorban los desechos. Cuando nos incineran somos desecho, cuando nos aniquila nuestro cuerpo: morimos, somos desecho, y para disfrazarnos bonito la cosa nos meten en un pipote de caoba, o madera rudimentaria, un pipote con una cubierta de vidrio, y allí, todos, con los ojos cerrados cómo ángeles, somos desecho. Como desecho vamos a parar a un hueco de tres metros, subterráneo, y ahí mismo pernoctamos por el resto de los tiempos en forma de desecho.
Comentarios
Hay que sublimar el objeto.
A mí,tu texto me pareció honesto y sincero,y sí,"somos deshechos".
No dejes de escribir che.
Un beso grande.
Sin embargo fueron otros quienes lo escribieron: nuestra versión aún no existe. Por eso escribimos. Por eso, entra tantísimas otras cosas.
Escribí. Lanzate. No lo dudes. Vas a dudar sobre detalles, personajes, modos. Esas dudas son lógicas y necesarias.
Pero no dudes entre escribir o no.