Voy a una farmacia aquí en Karlsruhe. Quiero una caja de Paracetamol, tengo últimamente fuertes dolores menstruales. La mujer me da una caja. Pregunto cuánto cuesta. Pasa el código de barras de la caja por un lector. Veo el número en letras verdes, son exactamente 2,78 (dos euros con setenta y ocho céntimos). Pregunto si puede darme otra. Me dice que no. No quiero otra caja para tomarme las pastillas como si fuera coca cola. En realidad es para mis padres. En Venezuela no hay medicinas. Estoy por mandar una caja a mi familia. Cuando comencé a vivir en Europa no mandaba a Venezuela absolutamente nada. Luego, con el tiempo, cuando la situación política se fue pareciendo más a lo que habían prometido, empecé a mandar pequeñas cosas esporádicamente. Me daba cuenta que mis padres aprovechaban y compraban ropa y zapatos cuando venían a visitarme, me decían que allá no había mucho. Ahora mismo, veo que las promesas de crear el comunismo del hombre del s...
Desde el 2006 abrí este blog. Lo he dejado y he vuelto, es como un familiar querido, existía antes de mis hijos. Escribiré reseñas de libros aquí porque con el tiempo me he dado cuenta del poder sanatorio y pacificador de los libros en mi vida. Si puedo ayudar a otros a recomendar lecturas, podré decir que algo ha valido la pena del esfuerzo de escribir y colgar cosas.