> Y es que escuché tantas veces la palabra: crisis, crisis, crisis, que salí temerosa, con el corazón palpitante a esconderme debajo del edredón de mi cama, una vez allí cerré los ojos y me esfumé sin saberlo por un túnel estampado por cuadros rosados y naranjas, cerré los ojos lo más fuerte que pude y grité algo que no tenía forma ni motivo, entonces me sentí tranquila, mi palabra gritada no se parecía a ninguna otra y era el saumerio perfecto, el arcano que ahuyentaba todos mis males. Ahora, cada vez que escucho la palabra crisis se me antoja algo parecido a la alegría, es como una especie de samba, que trato de bailar aunque no tenga sazón en las piernas.
Desde el 2006 abrí este blog. Lo he dejado y he vuelto, es como un familiar querido, existía antes de mis hijos. Escribiré reseñas de libros aquí porque con el tiempo me he dado cuenta del poder sanatorio y pacificador de los libros en mi vida. Si puedo ayudar a otros a recomendar lecturas, podré decir que algo ha valido la pena del esfuerzo de escribir y colgar cosas.